Colegio de Escribanos del Paraguay
I. LA CONQUISTA
La llegada de los conquistadores trajo consigo la imposición de costumbres, idioma, religión y normas legales del Viejo Mundo. Entre estas instituciones, se intentó implantar en el Paraguay colonial la figura del escribano sin modificaciones. Algunos de estos primeros escribanos dejaron una huella imborrable en los documentos que marcaron los hechos más relevantes de nuestra historia. Se destacan Amador de Montoya, presente en la fundación de Asunción; Pedro Hernández, Escribano de Su Majestad y Secretario de Alvar Núñez; Pedro Dorantes, testigo de la entrega de poderes al Segundo Adelantado; y otros como Diego de Olavarrieta, Martín de Orué, Martín de Aráoz, Bartolomé González Villaverde, Juan Valdez de Palenzuela, Carlos Guerrero, Carlos Dubrín, Alonso de la Carrera y Juan Cantero, este último reconocido oficialmente por el Cabildo como Escribano Público.
Domingo Martínez de Irala, considerado fundador de la nacionalidad paraguaya, era hijo del notable escribano Martín Pérez de Irala, quien ejercía como Escribano Real desde fines del siglo XV, un cargo reservado para miembros distinguidos de las provincias vascongadas.
II. LA COLONIA
El Cabildo, fundado el 16 de septiembre de 1541 en presencia del gobernador Domingo Martínez de Irala y refrendado por el escribano Juan Valdés de Palenzuela, fue el primer órgano de vida institucional en el Paraguay colonial. Actuaba como autoridad civil y militar, dictando ordenanzas y penas, y más adelante asumió funciones administrativas amplias sobre toda la provincia.
Los escribanos debían prestar juramento ante el Cabildo para poder ejercer, y hacían uso de los elementos tradicionales del notariado: firma, rúbrica, signo y sello. Por disposición del Cabildo del 16 de octubre de 1600, se estableció el uso del sello de la ciudad de Asunción, representado por un león coronado notarial recostado a orillas del río Paraguay.
III. EL PARAGUAY INDEPENDIENTE
Jacinto Ruiz es justamente considerado «el escribano de mayo», por su participación en los actos que dieron inicio al proceso de independencia en 1811. Su firma figura en el oficio del 15 de mayo enviado por el Capitán Pedro Juan Caballero al gobernador Bernardo de Velazco, intimando su rendición. Ruiz también dejó constancia de su labor en las actas de los Congresos y Juntas Gubernativas hasta la dictadura del Dr. Francia.
Durante el gobierno de Carlos Antonio López, Francisco Sánchez actuó como Secretario de Gobierno y Escribano de Hacienda. Fue reemplazado en 1860 por Carlos Riveros. Con la Constitución de 1844 se instituyó la figura del Secretario-Actuario-Fedatario, encargado de validar los actos públicos mediante firma y sello. Fernando Patiño desempeñó este cargo como Secretario del Congreso Nacional. Otro nombre destacado de esta etapa fue el Coronel Silvestre Aveiro, Escribano de Gobierno y Archivo General, quien fue reemplazado en 1867 por Vicente Valle durante la Guerra de la Triple Alianza.
En 1872, se incorporaron notarías al sistema judicial. Posteriormente, la Ley Orgánica de los Tribunales, sancionada el 21 de noviembre de 1883 bajo el gobierno del General Bernardino Caballero, exigía que los secretarios del Tribunal Superior de Justicia tuvieran el título de Escribano Público, obtenido mediante examen ante dicho tribunal.
Los escribanos debían prestar juramento ante el Cabildo para poder ejercer, y hacían uso de los elementos tradicionales del notariado: firma, rúbrica, signo y sello. Por disposición del Cabildo del 16 de octubre de 1600, se estableció el uso del sello de la ciudad de Asunción, representado por un león coronado notarial recostado a orillas del río Paraguay.
IV. FUNDACIÓN DEL COLEGIO
El 14 de agosto de 1892, durante la presidencia de Juan G. González, se fundó oficialmente el Colegio de Escribanos del Paraguay, según consta en actas conservadas hasta hoy. La semana previa, el 7 de agosto, un grupo de notarios se reunió en el despacho de Ricardo Torres para acordar su creación. En esa histórica reunión participaron los escribanos Juan B. Villasanti, Juan Ramón Silva, José Goiburú, José W. Benítez, José D. Silva, Eloy Marecos, Roque Encina, Pedro Cáceres y el propio Ricardo Torres. Se aprobó el Estatuto y se eligió la primera Comisión Directiva, siendo designado presidente el escribano Juan B. Villasanti.
La creación del Colegio motivó la fundación de la Escuela Notarial del Paraguay, donde en 1885 egresaron siete profesionales, entre ellos Tomás Varela, Manuel Burgos, Otoniel Báez y Ramón Lara Castro.
Durante el siglo XX se destacaron muchos escribanos, y varios participaron como oficiales de reserva en la Guerra del Chaco, como Albino Grau Chover, Alcibíades Ríos, Roberto Da Ponte y José Luis Amadeo.
En las últimas décadas, el Colegio ha impulsado la dignificación del notariado a través de la capacitación permanente, adquisición de un local propio, creación de una biblioteca, oficinas de consulta, publicaciones y adaptación a nuevas tecnologías.
V. EL EMBLEMA DEL COLEGIO
El emblema del Colegio de Escribanos del Paraguay está formado por una figura simétrica de eje vertical, enmarcada por dos óvalos. En el óvalo mayor figura la inscripción «COLEGIO DE ESCRIBANOS DEL PARAGUAY», y en el interior, la máxima latina «LEX EST QUODCUMQUE NOTAMUS», que significa «La ley es aquello que escribimos».
En el centro del escudo se encuentran el Protocolo y la Pluma, protegidos por el águila del Notariado Latino con sus alas desplegadas, sosteniendo ramas de laurel que simbolizan la gloria.
Los colores del emblema tienen la siguiente simbología:
Esta es la insignia que representa la historia, misión y valores del Colegio de Escribanos del Paraguay.